Vilanova, nacido en 1969, se ha caracterizado desde su llegada al banquillo del primer equipo azulgrana por ocupar siempre un papel secundario. Solo ha salido a la luz pública en contadas ocasiones para dar las entrevistas que no concede Guardiola o para sustituirle cuando este no podía ejercer sus funciones por sanción o lesión.
Con Pep se conocieron en 1984. 'Tito' acababa de llegar a La Masía (donde pasó seis años). Aunque nunca llegó a jugar un partido oficial con el primer equipo del Barça, 'Tito' Vilanova hizo carrera como futbolista profesional en el Figueres, el Celta (con el que jugó tres temporadas en Primera), el Badajoz, el Mallorca, el Lleida, el Elche y la Gramenet. Su primer trabajo fue nada más y nada menos que dirigir al cadete del Barça en el que jugaban Leo Messi, Cesc Fàbregas y Gerard Piqué. Aquel equipo que lo ganó todo y que se desmembró poco después fue un trampolín para su entrenador. Guardiola recurrió a él cuando tomó las riendas del Barça B en Tercera División. Ambos llevaron al filial azulgrana a ascender a Segunda B y consiguieron lo impensable: convertirse en los rectores del destino del primer equipo culé. El resto es bien conocido. Tres Ligas, dos Champions League, tres Supercopas de España, un Mundial de Clubes, una Supercopa de Europa y una Copa del Rey. Siempre en un segundo plano, preparado para ayudar a Pep, casi su 'hermano gemelo', a encontrar la táctica más adecuada. Dicen que con 'Tito' Vilanova es imposible llevarse mal.
“Valorad lo que tenéis porque nunca sabes cuándo llega tu momento”. Lo dice alguien que ha regateado al fantasma del siglo XXI, que ha driblado una operación fugaz, que se ha recuperado a tiempo para convertirse en un ejemplo más, en una motivación extra para su equipo. Esa reflexión pertenece a ‘Tito’ Vilanova, el segundo entrenador del FC Barcelona, que ha superado la intervención en la glándula parótida a la que fue sometido el pasado 23 de noviembre.
Convertido en símbolo de una plantilla que ya sabe de lo que va el tema, Vilanova ha llegado en el momento justo. Un nuevo estímulo camino del triunfo, un nuevo golpe de efecto con el que relativizar el mundo futbolístico y apremiar a los valores que han convertido al equipo de Guardiola en un conjunto de leyenda.
Porque Vilanova es algo más que el hombre a quién Mourinho metió el dedo en el ojo. Con el portugués volverá a reencontrarse muchos meses después, aunque aquel recuerdo se ha diluido ante la sucesión de acontecimientos. Tito es la mano derecha de Pep, el encargado, según cuentan, de dotar de pausa el volcánico (aunque siempre políticamente correcto) carácter de Guardiola. El enlace entre Pep y la plantilla, el hilo conductor del mensaje.
Y los mensajes que más calan son los que apelan a los sentimientos, los que erizan la piel, los que se dirigen directamente al corazón. Esa fue la intención el 7 de Diciembre de Tito Vilanova, cuando en su reincorporación a los entrenamientos, transmitió personalmente su experiencia vital a una plantilla que le esperaba con los brazos abiertos. Fue él quien les animó a ellos, una bofetada de realidad que algunos ya han recibido, como Eric Abidal.
Especialmente significativo fue el abrazo en el que se fundieron el defensa galo y el segundo técnico azulgrana. Ambos saben a qué huele el abismo, ambos conocen el sabor de las segundas oportunidades. Bajo el efecto, Abidal se reinventó el Barça la temporada pasada para alcanzar la gloria. Ahora, buscan repetir la historia con el ‘refuerzo’ de otro de sus actores secundarios sobre el papel, en realidad, uno de los líderes dentro del vestuario.
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Artículo publicado por: @idoia_x9
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